“No vamos a irnos en esta breve reseña de presentación al recurso fácil de las analogías, de los parecidos ni de los simples gestos referenciales como si este caso se tratara de parafraséos de alguna índole; por supuesto nada de ello es así, pues el recorrido de progresión definitoria de Edgar Francisko ha sido incontenible y de constante incorporación de elementos que, en el caso presente, rayan ni mas ni menos, en lo fantástico terrible maravilloso que le ha correspondido en constatación continua, percibir a él mismo, cuyo tema no deja de ser su clima, su gente, su pueblo; quienes transmiten la angustia y la alegría en extroversión e ingenuidad incomparables, que datan a su vez de una corriente ancestral de ilusiones y fracasos (tonalidades sepias, rojizas, naranjas y nebulosidades azulosas atmósferas de dormitadoras ansiedades), de búsquedas laberínticas y luchas truncas, perdidas casi en las brumas de la lejanía y del olvido reducido a una magia de letargo inmemorial…

Es allí donde, en la formidable desmitificación que operó poéticamente García Márquez, se reconoce el joven dibujante y colorista singular que es Edgar Francisko …volcando a nuestra vista, con sus trabajos, sin pedirle permiso a nadie, ni a críticos ni a profetas pontificantes, toda una poesía visual con los recursos múltiples de quien, conociendo cada vez mejor las implicaciones de su arte, cuenta a ese mundo que palpa, el mundo suyo, dándonos una sencilla y refinada muestra de que, sin inocencia ni pretensión, sabe muy bien lo que hace…

Mostrándonos con sus cuadros a los “Patriarcas” de todas las brumas…. Las sempiternas damas emplumadas y escondidas en collares incomprensibles donados por sus hijos ahogados casi en ignominiosas dictaduras y opresiones legendarias… la magia de los volcánicos cueros regados “hasta donde les alcanza la vista” a los propietarios de la vida refugiados en derechos recibidos de las “divinidades” y otros dioses sucedáneos de la insolución, el desastre cotidiano y la intestina distracción-destrucción de nuestros congéneres latinoamericanos, mientras en el tiempo imposible, no acostumbrados, nos es posible mirar por estos trabajos pictóricos de Edgar Francisko, la vida con los balcones prendidos en el aire como una mirada infinita compitiéndole a las palomas que serán devoradas por unos buitres lejanos llamados águilas que fueron probablemente traídas en las naves de Cristóbal Colón de las cuales “vimos descender a los mariners” cualquier cantidad de veces en nuestra historia durante todas la épocas para imponerle, sin más a los contradictores del “destino”, tiranos feroces e increíbles que hicieron posible las lágrimas de las frutas “united”…
Siendo el tema garciamarquiano de “El Otoño del Patriarca” y de “Cien años de soledad”, estas historias son también el imaginario pictórico-temático de Edgar Francisko quien se impuso el hecho creativo de que cuando se ha tocado fondo en la vida y en el arte hay que llevar el propio arte de regreso a la vida que siente, palpita e inquiere sobre la existencia de un conflicto humano que aún persiste y que un arte llamado así, no soslaya…
Edgar Francisko sigue hablando con el pueblo del pueblo, “A quienes -según Carpentier- permanecen inertes esperando al borde del camino”
Hans Guillermo Pontón. Marchán y critico de arte, para el catálogo de la exposición “Edgar Francisko” Oleos, en la Galería Ocre de Caracas, Venezuela. Marzo de 1980
Edgar Francisko´s work …. or the visual return of the PATRIARCH…
«Those who transpose their boundaries are something more or something less than men» (From the novel «Canaima» by Romulo Gallegos)
